lunes, 30 de diciembre de 2013

Fear and Loathing in Las Vegas - Hunter S. Thompson

We had two bags of grass, 75 pellets of mescaline, five sheets of high-powered blotter acid, a saltshaker half-full of cocaine, a whole galaxy of multi-colored uppers, downers, screamers, laughers... Also, a quart of tequila, a quart of rum, a case of beer, a pint of raw ether, and two dozen amyls. Not that we needed all that for the trip, but once you get locked into a serious drug collection, the tendency is to push it as far as you can. The only thing that really worried me was the ether. There is nothing in the world more helpless and irresponsible and depraved than a man in the depths of an ether binge, and I knew we'd get into that rotten stuff pretty soon.


Fear and Loathing in Las Vegas arranca con una de las oraciones inaugurales más famosas de la literatura: "We were somewhere around Barstow on the edge of the desert when the drugs began to take hold". Además de dar el puntapié inicial de la novela, esta oración contiene la idea de dinamismo y velocidad que definirá a todo el relato. Empieza in medias res, y todo el tiempo parece estar en medio de algo, pues el narrador y protagonista Raoul Duke (basado en Thompson) y su abogado Dr. Gonzo se embarcan en una travesía frenética en Las Vegas; travesía estrepitosa y caótica, sin destino fijo y mucho menos itinerario, a la que la narración de Duke intenta desesperadamente seguirle el paso pero a la que inevitablemente siempre llega tarde.

Y además tenemos el pequeño detalle de las drogas. La mezcla de narcóticos incluye mescalina, cocaína, hashish, hierba, éter y LSD, más mares de alcohol y mucho pomelo, por la vitamina C. Con ese cóctel, no sorprende que muchas veces se disipen las fronteras de la realidad y la ficción, o la diferencia entre Raoul Duke y Hunter S. Thompson. La novela juega con la percepción, incluso apelando a ilustraciones y a manchas de tinta sobre algunas páginas.

La novela, dividida en dos partes, encuentra su punto más álgido en la segunda parte. En ella, los protagonistas encuentran una nueva excusa para seguir dando vueltas en Las Vegas y seguir con sus desventuras: una conferencia sobre narcóticos y drogas peligrosas organizada por fiscales de distrito de todo EE. UU. Se quedan como periodistas y se mezclan con los policías mientras disfrutan/sufren los efectos de las drogas y tratan de escaparle a las consecuencias de darle ácido a una menor.

Sin embargo, es necesario hacer la aclaración de que Fear and Loathing in Las Vegas no es una apología de las drogas, ni la bitácora de un drogón (o yonqui, como aparece siempre en las traducciones españolas), sino una crítica demoledora del sinsentido en el que los EE. UU. se habían sumido en la década de 1970. El nihilismo mal entendido de Duke y Dr. Gonzo es la manera que encontró Hunter S. Thompson de resaltar el absurdo de la época, pues la realidad en sí misma era ridícula. Thompson pone en boca de Duke sus opiniones sobre el gobierno de Nixon, la policía y la cultura de las drogas. Se burla del consumismo desenfrenado y muestra cómo se ve a la luz de la falopa. El continuo y errático movimiento de los protagonistas es, al mismo tiempo, una metáfora de la turbulencia de la época. "We can't stop here. This is bat country!".


Puntuación: 7/10 ulis

Si te gustó, te recominedo: A Scanner Darkly (Una mirada en la oscuridad en español), de Phillip K. Dick. También es sobre la cultura de las drogas, pero ya en la generación siguiente. La película, dirigida por Richard Linklater, es igual de buena.

Próximo libro: Slaughterhouse-Five, de Kurt Vonnegut

domingo, 22 de diciembre de 2013

July's People - Nadine Gordimer

—You know about the big airport where the planes fly overseas? It wasn't working. And before that they shot down a plane with white people who were running away.—
—Who shot? Black people? Our people? How could they do that.— The old woman was impatient with him. —I've seen those planes, they pass over high in the sky, you even see them go behind clouds. You can hear them after you can't see them any more. —
—Over in Moçambique, our people have got some special kind of guns or bombs. They travel very far and very high. They've even got those things in Daveyton and KwaThema and Soweto now—right near town. They hit the plane and it burst in the air. Everyone was burned to death.—
His mother made the stylized, gobbling exclamations that both ward off disaster and attribute it to fate. —What will the white people do to us now, God must save us.—


Escribo esta reseña cuando se cumplen apenas dos semanas de la muerte de Nelson Mandela. Había empezado este libro a fines de abril pero lo terminé recién hace unos días, y la impresión que había tenido antes no es la misma que tengo ahora, porque el paso a la inmortalidad de Madiba sin duda cambió algunas cositas en mi cabeza.

Para empezar, vale la pena aclarar que Nadine Gordimer es una autora sudafricana, blanca pero comunista y activa en la ANC (Congreso Nacional Africano) cuando esta agrupación se encontraba prohibida y pasó a la clandestinidad para adoptar la lucha armada contra el apartheid. Duro.

La premisa de July's People es simple: ¿qué pasaría si los negros de Sudáfrica se rebelaran contra el apartheid con violencia? Así, Gordimer se permite que el libro refleje sus convicciones políticas y sus inquietudes, pero aun más importante que eso, trabaja con un miedo latente entre los blancos: ¿qué pasaría si los negros de Sudáfrica se rebelaran contra el apartheid con violencia? Y si se indaga más, se notará que cuando este libro se escribió, en 1982, había un interrogante sobrevolando la cabeza de todos los blancos, la de los racistas, la de los progres y la de los comunistas: ¿qué pasaría si los negros de Sudáfrica se rebelaran contra el apartheid con violencia?

Bajo este supuesto, Gordimer toma a una familia blanca muy progre, los Smales, que tiene un criado negro, July, al que le pagan bien y a veces le compran una hamburguesa de McDonald's. Los Smales son muy buenos con July, al menos no lo maltratan tanto como otros blancos con criados negros, y le permiten cosas que aquellos no tolerarían. Hasta que un día los negros se rebelan contra los blancos y empiezan las represalias, las venganzas y July, en una muestra de generosidad, lleva a los Smales a refugiarse en su aldea hasta que todo pase.

La estadía en la aldea, claro, no estará libre de conflictos, ya no concernientes a la violencia física, sino a las exploraciones personales. La familia Smales se ve inmersa en una infinidad de nuevas relaciones sociales que no saben ni cómo abordar, y a medida que pasan los días los conflictos se acentúan. Los niños se adaptan rápido, pero Bam y Maureen Smales nunca saben dónde están parados y se embarcan en una búsqueda personal sobre la tolerancia, los valores, la virilidad, la superioridad. Se cuestionan el lugar del otro y del uno. Que el lector se dé cuenta de esto también es sintomático y un logro de la autora: nos preguntamos estas cosas a través de los ojos de los blancos, porque eran los blancos nuestro punto de referencia en Sudáfrica, y no los negros.

July's People es un relato que apela a lo emotivo para lanzar una crítica a las posiciones cómodas frente a problemáticas que no las admiten; es un llamado de atención al silencio cómplice.


Puntuación: 8/10 ulis.

El dato de color: Bam Smales asistió a una conferencia de arquitectos en Buenos Aires y guardaba un bolso con la inscripción "Aerolíneas Argentinas" de aquel viaje.

Me gustaría debatirlo con: el Doctor Khumalo, aquella promesa fallida del fútbol sudafricano que supo jugar su puñado de partidos en Ferro y amargó a unos cuantos que lo tenían en el Gran DT.

Próximo libro: Fear and Loathing in Las Vegas, de Hunter S. Thompson