miércoles, 10 de febrero de 2016

Billy Liar - Keith Waterhouse

The exterior of Shadrack's, where I now paused to take my traditional deep breath before entering, showed a conflict of personalities between young Shadrack and old Duxbury, the two partners. Young Shadrack, taking advantage of Duxbury's only trip abroad, a reciprocal visit by the town council to Lyons (described by Man o' the Dales as the Stradhoughton of France), had pulled out the Dickensian windows, bottle-glass and all, and substituted modern plate-glass and a shop sign of raised stainless-steel lettering. Thus another piece of old Stradhoughton bit the dust ad the new effect was of a chip shop on a suburban housing estate. Councillor Duxbury had returned only just in time to salve the old window-dressing from the wreckage, and this remained: a smudgy sign by Stamp reading 'Tasteful Funeral, "Night or Day Service"'  (which, as my other colleague Arthur had said, needed only an exclamation mark in brackets to complete it) and a piece of purple cloth on which there was deposited a white vase, the shape of a lead weight, inscribed to the memory of a certain Josiah Olroyd. The reason Josiah Olroyd's vase was in Shadrack's window and not in the corporation cemetery was the his nae had been misspelled, and the family had not unreasonably refused to accept the goods ordered. The Olroyd vase always served to remind me of a ghastly error with some coffin nameplates in which I had been involved, a business that was far from finished yet, and it was with this thought uppermost in a fairly crowded mind that, nintey minutes late I entered Shadrack and Duxbury.


A decir verdad, poco puedo decir de este libro. Llámenme mentiroso si quieren, pero no me produjo nada mientras lo leí, no retuve nada y, en suma, me aburrió. Puede que sea porque se quedó en su tiempo, en el sentido peyorativo de esa expresión y aunque le pese al periódico The Guardian. Quizás me habría gustado la película, aunque el mismo periódico se encarga de decir de que está sobrevalorada.



Puntuación: 1/10 uli.

Leelo cuando: hayas visto la peli y llegues a ese momento donde decís: "Seguro que el libro es mejor".

Próximo libro: Q & A (Slumdog Millionaire), de Vikas Swarup

jueves, 20 de marzo de 2014

Fundación - Isaac Asimov

R. Considere que Trántor tiene una población de más de cuarenta mil millones. Considere también que la tendencia que nos lleva a la ruina no pertenece únicamente a Trántor, sino a todo el imperio y éste contiene cerca de mil billones de seres humanos.
P. Comprendo. Entonces quizá cien mil personas puedan cambiar la tendencia, si ellos y sus descendientes trabajan durante quinientos años.
R. Me temo que no. Quinientos años es muy poco tiempo.
P. ¡Ah! En ese caso, doctor Seldon, sus declaraciones no estaban encaminadas a esta deducción. Ha reunido a cien mil personas en los confines de su proyecto. Son insuficientes para cambiar la historia de Trántor en quinientos años. En otras palabras, no pueden evitar la destrucción de Trántor hagan lo que hagan.
R. Desgraciadamente, tiene usted razón.


OK. Puede ser cierto que yo no sea el mejor lector de ciencia ficción. Me gusta mucho leer literatura de divulgación científica, leer sobre la filosofía de la ciencia, escuchar el podcast de Neil deGrasse Tyson, y pucha, Cosmos es mi libro favorito en todo el universo. Es cierto también que si no fuera por las pelis posapocalípticas, tampoco miraría mucha ciencia ficción en la pantalla. Muchos nerdos me recomendaron este libro y me juraron y perjuraron que me encantaría. Admito que las primeras cien páginas me cautivaron, pero sabiendo que puedo elegir, sé que no voy a leer el resto de la saga. Y aquí explico por qué.

La historia de Fundación gira en torno a la idea de que en el futuro muy muy lejano los humanos hemos colonizado la galaxia. Somos tantos, estamos tan desperdigados por el cosmos y ha pasado tanto tiempo desde que nos aventuramos por el vacío que ya ni nos acordamos de dónde vienen los humanos. Sí, es cierto: nadie recuerda que todo salió de la Tierra.

Así como parece que nuestra raza prospera, la verdad es que el imperio galáctico se está debilitando por el propio peso de los virreinatos -nuestras subdivisiones administrativas- en las afueras de este macroestado. En ese contexto, existe un experto en una nueva disciplina de las ciencias sociales, la psicohistoria. Esta ciencia es una mezcla de historia, psicología social, sociología y...¿alguna ciencia natural? La psicohistoria permite a quien la domina predecir el futuro con un margen de certeza impresionante, y todo porque se centra en grandes conglomerados de seres pensantes moviendo el curso de la historia hacia un lado u otro.

Y otra vez volvemos con esto de poder predecir hechos futuros y el determinismo y el libre albedrío. Supongamos por un momento que existe cierto margen de maniobra; pues bien, para la psicohistoria eso no importa, porque aunque un individuo sepa qué es lo que se ha previsto para la humanidad entera, él solo no puede cambiarlo, ni aunque se una a una gran multitud de gente. Y las predicciones de la psicohistoria son bastante específicas y para nada ambiguas, así que tampoco es que hacen la trampa del astrólogo.

Todo este asunto me dejó pensando...hasta que me terminé el café con leche y llegué a la conclusión de que es una ridiculización de las ciencias sociales. ¿Por qué? Pues porque pretende que si las ciencias sociales utilizaran los mismos métodos de las ciencias naturales, entonces podría hacer el mismo tipo de predicciones. Y ahí es donde uno se da cuenta de por qué no le gustan tanto los cientistas naturales: porque los tipos se creen tan capos y tan perfectos que la impredecibilidad de los hechos sociales les parecen un escollo irresoluble que invalidad toda ciencia social.

Pues no. Y ahora me vengo dándole una calificación un poco más baja al libro.


Puntuación: 6/10 ulis.

Te lo recomiendo si: te gustan por igual Game of Thrones y Mad Max.

Próximo libro: Billy Liar, de Keith Waterhouse

miércoles, 8 de enero de 2014

Slaughterhouse-Five - Kurt Vonnegut

Billy had a framed prayer on his office wall which expressed his method for keeping going, even though he was unenthusiastic about living. A lot of patients who saw the prayer on Billy’s wall told him that it helped them to keep going, too. It went like this: “God grant me the serenity to accept the things I cannot change, courage to change the things I can, and wisdom always to tell the difference.” Among the things Billy Pilgrim could not change were the past, the present, and the future.


Bueno, la verdad es que no tenía planeado releer este libro pero lo tuve que hacer para una clase y fue fabuloso hacerlo. ¿Vieron que hay gente que relee libros, casi con tanta frecuencia como los lee? Creo que yo releí solamente cuatro libros en mi vida: La odisea de Homero (por obvias razones y también porque me llevé Latín a marzo), Ceremonia secreta de Marco Denevi (porque me llevé Castellano a marzo), Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez (ídem) y Slaughterhouse-Five. Cada tanto releo fragmentos de algunos clásicos como Facundo de Domingo Sarmiento o Martín Fierro de José Hernández, pero esta es la primera vez que releo un libro entero sin haberme llevado una materia a marzo. Claro que además hace rato que no estoy en la secundaria.

Debo decir, sin embargo, que este es uno de esos libros que sí vale la pena releer. No solo porque es bueno, sino porque la primera vez no lo entendés. Tan simple como eso. Bah, supongo que hay libros que vale la pena releer, porque yo no lo hago pero mis amigos que releen libros me lo contaron. Y no es para menos que sea difícil de entender: la prosa de Vonnegut pega un ida y vuelta que te deja mareado. No como para vomitar, pero sí para tener que afirmarse en la pared. Veamos por qué.

Nuestro protagonista en este caso es Billy Pilgrim, un tipo común que peleó en la segunda guerra mundial (para EE. UU., obviamente), cuyo batallón estaba desplegado en Dresden. La pasó mal, como cualquiera que haya peleado en una guerra, pero además la pasó peor porque hacía un frío que te helaba hasta el caracú y el tipo no tenía ni borcegos, y encima de eso, le toca ser prisionero de guerra. Como si eso no fuera suficiente, sufre el bombardeo aliado en Dresden, que desató una tormenta de fuego que quemó hasta el oxígeno de la ciudad y trajo las lamentables consecuencias de una ofensiva de esas características.

Ante tanta desidia, sin embargo, la psique de Billy no parece quedar afectada: vuelve a Ohio, se casa, ejerce la optometría y pone su bolichito con el que le va muy bien. Tiene una vida típicamente estadounidense, con una casa en los suburbios, una esposa a la que ama pero no tanto, unas memorias de veterano y un trabajo que le da satisfacciones y le permite irse de vacaciones todos los años.

Claro que si el libro consistiera en eso sería una porquería. Slaughterhouse-Five se convierte en un relato de ciencia ficción, con abducciones extraterrestres y viajes que abren agujeros en el tejido espacio-temporal. A partir de allí, nuestro protagonista salta de un episodio de su vida al otro sin ningún orden cronológico, y ve el pasado, el presente y el futuro como un continuum desplegado a la manera de una cadena montañosa, en el que se sitúa en un punto u otro (y vive un momento u otro) según los caprichos de su mente. Entre esas travesías, Billy Pilgrim, el narrador y Kurt Vonnegut se preguntan sobre el porqué de las guerras, intercalan reflexiones sobre el sufrimiento, el destino, el libre albedrío y la (in)evitabilidad de las guerras entre los seres humanos.

Cuando uno piensa en la conexión entre los libros y las guerras, no puede dejar de observar cómo estas inspiraron cantidad de literatura en forma de infinidad de cuentos, poemas, novelas y obras de teatro, además de sendos relatos de no ficción como autobiografías, memorias y ensayos. El absurdo del conflicto bélico y las situaciones límite que produce han sembrado el terreno a las reflexiones más dispares. En el caso de Vonnegut y su Slaughterhouse-Five, la posición resulta la del fatalismo: si tenemos libre albedrío, ¿cómo es posible que no hayamos evitado la brutalidad del enfrentamiento armado? ¿Cómo puede explicarse la segunda guerra mundial sino por una inexorabilidad intrínseca?

Es difícil de responder. Y así va. Poo-tee-weet.


Puntuación: 8/10 ulis.

El comentario politológico: en el seno del marxismo, ideología de la acción si las hay, existe un viejo debate sobre el alcance del libre albedrío y la acción política, y los límites que impone el determinismo dialéctico o la estructura. Personalmente, creo que los humanos siempre nos sentimos pequeñitos frente a los acontecimientos de esta magnitud, llámese guerra o revolución, y aún en la era de la ciencia estos se nos presentan como más o menos imponderables. Todavía nos falta.

Próximo libro: Fundación, de Isaac Asimov