miércoles, 8 de enero de 2014

Slaughterhouse-Five - Kurt Vonnegut

Billy had a framed prayer on his office wall which expressed his method for keeping going, even though he was unenthusiastic about living. A lot of patients who saw the prayer on Billy’s wall told him that it helped them to keep going, too. It went like this: “God grant me the serenity to accept the things I cannot change, courage to change the things I can, and wisdom always to tell the difference.” Among the things Billy Pilgrim could not change were the past, the present, and the future.


Bueno, la verdad es que no tenía planeado releer este libro pero lo tuve que hacer para una clase y fue fabuloso hacerlo. ¿Vieron que hay gente que relee libros, casi con tanta frecuencia como los lee? Creo que yo releí solamente cuatro libros en mi vida: La odisea de Homero (por obvias razones y también porque me llevé Latín a marzo), Ceremonia secreta de Marco Denevi (porque me llevé Castellano a marzo), Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez (ídem) y Slaughterhouse-Five. Cada tanto releo fragmentos de algunos clásicos como Facundo de Domingo Sarmiento o Martín Fierro de José Hernández, pero esta es la primera vez que releo un libro entero sin haberme llevado una materia a marzo. Claro que además hace rato que no estoy en la secundaria.

Debo decir, sin embargo, que este es uno de esos libros que sí vale la pena releer. No solo porque es bueno, sino porque la primera vez no lo entendés. Tan simple como eso. Bah, supongo que hay libros que vale la pena releer, porque yo no lo hago pero mis amigos que releen libros me lo contaron. Y no es para menos que sea difícil de entender: la prosa de Vonnegut pega un ida y vuelta que te deja mareado. No como para vomitar, pero sí para tener que afirmarse en la pared. Veamos por qué.

Nuestro protagonista en este caso es Billy Pilgrim, un tipo común que peleó en la segunda guerra mundial (para EE. UU., obviamente), cuyo batallón estaba desplegado en Dresden. La pasó mal, como cualquiera que haya peleado en una guerra, pero además la pasó peor porque hacía un frío que te helaba hasta el caracú y el tipo no tenía ni borcegos, y encima de eso, le toca ser prisionero de guerra. Como si eso no fuera suficiente, sufre el bombardeo aliado en Dresden, que desató una tormenta de fuego que quemó hasta el oxígeno de la ciudad y trajo las lamentables consecuencias de una ofensiva de esas características.

Ante tanta desidia, sin embargo, la psique de Billy no parece quedar afectada: vuelve a Ohio, se casa, ejerce la optometría y pone su bolichito con el que le va muy bien. Tiene una vida típicamente estadounidense, con una casa en los suburbios, una esposa a la que ama pero no tanto, unas memorias de veterano y un trabajo que le da satisfacciones y le permite irse de vacaciones todos los años.

Claro que si el libro consistiera en eso sería una porquería. Slaughterhouse-Five se convierte en un relato de ciencia ficción, con abducciones extraterrestres y viajes que abren agujeros en el tejido espacio-temporal. A partir de allí, nuestro protagonista salta de un episodio de su vida al otro sin ningún orden cronológico, y ve el pasado, el presente y el futuro como un continuum desplegado a la manera de una cadena montañosa, en el que se sitúa en un punto u otro (y vive un momento u otro) según los caprichos de su mente. Entre esas travesías, Billy Pilgrim, el narrador y Kurt Vonnegut se preguntan sobre el porqué de las guerras, intercalan reflexiones sobre el sufrimiento, el destino, el libre albedrío y la (in)evitabilidad de las guerras entre los seres humanos.

Cuando uno piensa en la conexión entre los libros y las guerras, no puede dejar de observar cómo estas inspiraron cantidad de literatura en forma de infinidad de cuentos, poemas, novelas y obras de teatro, además de sendos relatos de no ficción como autobiografías, memorias y ensayos. El absurdo del conflicto bélico y las situaciones límite que produce han sembrado el terreno a las reflexiones más dispares. En el caso de Vonnegut y su Slaughterhouse-Five, la posición resulta la del fatalismo: si tenemos libre albedrío, ¿cómo es posible que no hayamos evitado la brutalidad del enfrentamiento armado? ¿Cómo puede explicarse la segunda guerra mundial sino por una inexorabilidad intrínseca?

Es difícil de responder. Y así va. Poo-tee-weet.


Puntuación: 8/10 ulis.

El comentario politológico: en el seno del marxismo, ideología de la acción si las hay, existe un viejo debate sobre el alcance del libre albedrío y la acción política, y los límites que impone el determinismo dialéctico o la estructura. Personalmente, creo que los humanos siempre nos sentimos pequeñitos frente a los acontecimientos de esta magnitud, llámese guerra o revolución, y aún en la era de la ciencia estos se nos presentan como más o menos imponderables. Todavía nos falta.

Próximo libro: Fundación, de Isaac Asimov

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