sábado, 21 de julio de 2012

Cándido - Voltaire


Durmiendo a pierna suelta estaba en mi cama, cuando plugo al cielo que entraran los búlgaros en nuestra soberbia quinta de Thunder-ten-tronckh y degollaran a mi padre y a mi hermano e hicieses tajadas a mi madre. Un pazguato de búlgaro de dos varas y tercia, viendo que había yo perdido los sentidos con esta escena, se puso a violarme; con lo cual volví en mí, y empecé a morder, a arañar y a querer sacar los ojos al bulgarote, no sabiendo que era cosa de estilo cuanto en la quinta de mi padre estaba pasando; pero me dio el belitre una cuchillada, junto a la teta izquierda que todavía queda la señal.
—¡Ah! Espero que me la enseñará usted —dijo el ingenuo Cándido.
—Ya la verá usted —dijo Cunegunda—; pero sigamos el cuento.


Antes de empezar a leerlo esperaba algo completamente distinto. Por empezar, porque a Voltaire lo conocía más que nada por su pensamiento político. El tipo forma parte de la camada iluminista, cosa que agradará a muchos (tal vez), y entre otras cosas era un ferviente opositor a la guerra y a la intolerancia (critica el patrioterismo disfrazado de patriotismo, por ejemplo), e igualmente ferviente defensor de las libertades civiles. Todo esto, sin dudas, estará presente en el libro en cuestión.

(Nota al margen: muchas veces he leído en artículos periodísticos y en otros textos no demasiado rigurosos que a Voltaire se lo señala como el padre de la idea de división tripartita de poderes. He consultado varias fuentes y debo decir que jamás leí tal cosa. Puedo estar equivocado y por ahí me sacan la licencia por decir esto, pero creo que se trata de un error más o menos difundido).

Yendo al libro en sí, y después de haber hecho esta breve observación, lo que más me llamó la atención es que Cándido es desopilante. Parece una comedia a lo Chavo del 8, pero ambientada en el mundo pre Revolución Francesa. El protagonista, Cándido, es un tipo que hace honor a su nombre: es simple, directo, sin pretensiones, pero a veces es también medio zonzo. Y a pesar de su falta de agudeza mental, el tipo no deja de darse cuenta de las mentiras del mundo, de cómo Europa en realidad está llena de miserias, de guerras que alimentan sólo las ambiciones de reyes y aristócratas, de intolerancia, de injusticias, etc. Un tipo sin muchas luces que, sin embargo, es el más lúcido y honesto de cuantos personajes aparecerán.

Me encantó también que haya una referencia a los guaraníes (dicen algo así como que en Paraguay hay unos indígenas que les hacen frente y derrotan a los españoles), a un Perú opulento y generoso e incluso a (prepárense) ¡Buenos Aires! El comentario es mínimo, pero no deja de sacarme una sonrisa.

Aparte de eso, leí que el libro en general es una sátira (tal parece que Voltaire escribió unas cuantas) que buscaba polemizar con el optimismo leibniziano. No sé nada de Leibniz, pero si esto es cierto, se nota mucho y hasta hay referencias directas.

En fin, si alguien quiere reirse un poco como lo hacían en el 1700, que lea este libro.


Puntuación: 6/10 ulis.

Me gustaría hacer una adaptación a la televisión de Cándido con: Chespirito.

Próximo libro a reseñar: A Modest Proposal, de Jonathan Swift.

No hay comentarios:

Publicar un comentario