Durmiendo a pierna suelta estaba en mi cama, cuando plugo al cielo que entraran los búlgaros en nuestra soberbia quinta de Thunder-ten-tronckh y degollaran a mi padre y a mi hermano e hicieses tajadas a mi madre. Un pazguato de búlgaro de dos varas y tercia, viendo que habÃa yo perdido los sentidos con esta escena, se puso a violarme; con lo cual volvà en mÃ, y empecé a morder, a arañar y a querer sacar los ojos al bulgarote, no sabiendo que era cosa de estilo cuanto en la quinta de mi padre estaba pasando; pero me dio el belitre una cuchillada, junto a la teta izquierda que todavÃa queda la señal.
—¡Ah! Espero que me la enseñará usted —dijo el ingenuo Cándido.
—Ya la verá usted —dijo Cunegunda—; pero sigamos el cuento.
Antes de empezar a leerlo esperaba algo completamente distinto. Por empezar, porque a Voltaire lo conocÃa más que nada por su pensamiento polÃtico. El tipo forma parte de la camada iluminista, cosa que agradará a muchos (tal vez), y entre otras cosas era un ferviente opositor a la guerra y a la intolerancia (critica el patrioterismo disfrazado de patriotismo, por ejemplo), e igualmente ferviente defensor de las libertades civiles. Todo esto, sin dudas, estará presente en el libro en cuestión.
(Nota al margen: muchas veces he leÃdo en artÃculos periodÃsticos y en otros textos no demasiado rigurosos que a Voltaire se lo señala como el padre de la idea de división tripartita de poderes. He consultado varias fuentes y debo decir que jamás leà tal cosa. Puedo estar equivocado y por ahà me sacan la licencia por decir esto, pero creo que se trata de un error más o menos difundido).
(Nota al margen: muchas veces he leÃdo en artÃculos periodÃsticos y en otros textos no demasiado rigurosos que a Voltaire se lo señala como el padre de la idea de división tripartita de poderes. He consultado varias fuentes y debo decir que jamás leà tal cosa. Puedo estar equivocado y por ahà me sacan la licencia por decir esto, pero creo que se trata de un error más o menos difundido).
Yendo al libro en sÃ, y después de haber hecho esta breve observación, lo que más me llamó la atención es que Cándido es desopilante. Parece una comedia a lo Chavo del 8, pero ambientada en el mundo pre Revolución Francesa. El protagonista, Cándido, es un tipo que hace honor a su nombre: es simple, directo, sin pretensiones, pero a veces es también medio zonzo. Y a pesar de su falta de agudeza mental, el tipo no deja de darse cuenta de las mentiras del mundo, de cómo Europa en realidad está llena de miserias, de guerras que alimentan sólo las ambiciones de reyes y aristócratas, de intolerancia, de injusticias, etc. Un tipo sin muchas luces que, sin embargo, es el más lúcido y honesto de cuantos personajes aparecerán.
Me encantó también que haya una referencia a los guaranÃes (dicen algo asà como que en Paraguay hay unos indÃgenas que les hacen frente y derrotan a los españoles), a un Perú opulento y generoso e incluso a (prepárense) ¡Buenos Aires! El comentario es mÃnimo, pero no deja de sacarme una sonrisa.
Aparte de eso, leà que el libro en general es una sátira (tal parece que Voltaire escribió unas cuantas) que buscaba polemizar con el optimismo leibniziano. No sé nada de Leibniz, pero si esto es cierto, se nota mucho y hasta hay referencias directas.
En fin, si alguien quiere reirse un poco como lo hacÃan en el 1700, que lea este libro.
Puntuación: 6/10 ulis.
Me gustarÃa hacer una adaptación a la televisión de Cándido con: Chespirito.
Próximo libro a reseñar: A Modest Proposal, de Jonathan Swift.
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